INVENTARIO DE LO INÚTILMENTE ÚTIL
Nuccio Ordine, in memoriam.
Dedicado a Bernardo Fáñez,
MAGISTER, ad multos annos.
Admirado Ordine:
Que tu descanso sea más leve que la tierra,
y que sea esa tierra la que hubieras querido
para esparcir la grana de tus cenizas.
Egregio profesor, humano entre los hombres
y grande entre los grandes,
orfebre y valedor de las Ciencias Humanas,
si hoy me preguntaran con qué útiles partir
cuando yo me despida,
con qué débiles brillos encendería los reinos de mis sombras,
no dudaría un momento
-después de aquel fulgor que me cegó en tus páginas-
en pronunciar los nombres que fueron mis maestros,
los que me adoctrinaron con su escuela doméstica,
con su filantropía.
No dudaría tampoco en fechar unas fechas
ni en hacer inventario
de lo que, para mí, inútilmente útil, significó la vida.
Tú lo sabes, ilustre, lo dejaste vivido
y tu muerte lo avala:
la vida es este ahora, ni un antes ni un después,
ni un ayer ni un mañana.
Ni un débil por si acaso. Ni un tímido
enseguida. Es esta pugna intensa,
esta continua prisa, sin sentido ni meta,
que nos aboca a una monstruosa lejanía.
Esta competición, tediosa, por ser más
y el mejor y pisar a quien sea y pasar por encima,
sin oír la belleza que nos tañe en el alma.
Quizá ya me hago viejo
y añoro, como Horacio y Virgilio y Tibulo y Ovidio,
el tiempo del pasado y aquellas otras razas
de costumbres sencillas, de fe a corto plazo,
de abrazarse a menudo o saludar amables
o sentarse a observar, a sentir que sentían.
Echo de menos otro universo distinto,
con más correspondencia
y amor y cercanía,
sin tantos aparatos
y poca usurpación
y hondo pensamiento y sólida palabra.
Añoro la harmonía de los largos veranos
y cuanto me instruyeron los prados de Bañugues
y el olor, al crepúsculo, a tortilla francesa
y el despertar temprano con rumor de gallinas
y el eco del cabruño y el mugido de vacas.
Y si me preguntaran
-tras leer la llanura de tus altas certezas-
qué no vendería nunca por más que me pagaran,
qué no valdría tanto como habitar de nuevo
un instante tan solo del ayer y sus diásporas:
sin duda, elijo el fuego de mi casa, encendida,
y el rugido del viento en las tardes de invierno
y la ropa impregnada de azulete y carbón
y las charlas en torno a la vieja cocina
y la sinceridad de todas sus estancias
y la escasez fructífera en deseos y en sueños
sin las fauces gigantes del excesivo exceso
que generó esta inmensa carencia programada
y nos hizo perder ilusiones,
contacto, humanidad,
confianza y apego y empatía,
a cambio del vacío que nos devasta.
Si alguien me preguntara qué lecciones recuerdo
como enseñanza básica, como educación mínima,
elijo aquellas siestas en que mi abuelo Adolfo
me explicaba en su idioma de culto analfabeto
la importancia de ser una persona honrada
y pecar, si se peca, de respeto y aguante,
de temple o tolerancia;
y notar, al dormir, la conciencia tranquila.
Los turnos que mi padre doblaba
-con su camión a cuestas-,
para que a la familia no nos faltara nada
y pudiéramos ser un poco más que él,
un poco más que un simple obrero necesario.
-Dios los bendiga-.
Escojo la paciencia de mi madre escogiendo
lentejas por la noche, sobre el hule de cuadros,
toda la vida entera, una vez por semana.
Y la curtida tez de aquellos luchadores
que, cada amanecer, con fiambrera y linterna,
pasaban, resignados, a la mar o a la mina.
Y si me preguntaran por qué ahora estoy aquí,
con latín en los brazos y rancio de gramática,
daría gracias y gracias, gracias sinceramente,
a cuantos me inculcaron pasión por lo que explico,
por los trazos señeros de la caligrafía
y a una maestra joven -Milagros, Pontevedra- que lloraba al leer
las estrofas silvestres de Rosalía de Castro;
y a mi hermana, prendida de sus libros de hadas
y a mis tías Remedios y Nieves, campesinas,
que mientras me llevaban, en carro,
a los molinos
o batían mantecas, al fresco, en la antojana,
me contaban leyendas de hierbas y de árboles
y de algunos misterios de la geografía.
Y a José, un navegante que construía lanchas
y sabía de memoria poesías
y me hablaba de cabos y sirenas, de mitos y naufragios
y llevaba en el brazo un tatuaje precioso
de una esfera y un ancla.
Son esos los sexenios que más me galardonan:
unos conocimientos como de andar por casa,
tan cabales y amplios, tan ajenos a cambios y a poderes,
que cada día me saben al pan de cada día.
Esos son, en verdad, los años que, en verdad,
merecieron la pena,
con todos estos héroes y dioses familiares
de inteligencia suma, tan natural y exacta
como la precisión del sol o las mareas,
el brotar repentino del pruno y los laureles,
o la cíclica imagen de la flor del manzano
cayendo hermosa y mansa
o el canto de los cucos tan pronto amanecía.
Insigne Nuccio Ordine:
la luz de tus aciertos y la de aquellos clásicos
me agigantó simplezas que ya me entusiasmaban:
la actualidad que cabe en los versos antiguos,
el almíbar que fluye del tesón y lo humilde,
la plenitud que surge de la sabiduría,
la lentitud que debe posarse en cada paso,
la sensatez que pesa en todo lo que pasa.
Non omnis morieris.
Eterno entre nosotros.
Por todo ello, y de todos,
eternamente siempre,
glorioso, eternamente,
eternamente GRACIAS.
Aurelio González Ovies, octubre de 2023.
El IES Aramo emociona a la familia Ordine con el homenaje a la pasión vocacional de un "diamante moral"
El Instituto ovetense presenta sus respetos al profesor calabrés en un acto que encumbra a todos los educadores y reconcilia a la Ciencia con las Letras
IMÁGENES: LNE - DAVID CABO
Oriol López
Oviedo | 19·10·23
Un teatro con todas las butacas ocupadas. Ambiente de homenaje, plagado de cariño. El centro de atención, el fallecido profesor italiano Nuccio Ordine, un "maestro de estudiantes y maestro de maestros" o un "diamante moral", según el gusto en la definición de los ponentes de la mesa redonda. En cualquier caso, ayer quedó claro en el IES_Aramo de Oviedo cuál fue el faro que alumbró la senda de su trayectoria en la enseñanza: la pasión. Porque como el premiado con el "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades decía "ser profesor no es una profesión, es una vocación" y en el Aramo se homenajeó a todos además de al calabrés, fallecido pocas semanas después de saberse conocedor del galardón.
Los aplausos recibieron a la familia de Ordine. Su hermana Maria, acompañada de la pareja del premiado, Rosalia Broccolo, no pudo contener las lágrimas ante la bienvenida y los gestos de agradecimiento incluso en italiano. "Dal cuore", le dijo el maestro de ceremonias, el profesor de Filosofía Salvador Centeno, tras unas bonitas palabras al saludarlas. "A Nuccio el galardón le produjo una alegría inmensa. Pasó los últimos años viajando por Europa, hablando a los estudiantes. Le hubiera encantado estar aquí para poder difundir el mismo mensaje", fue la sentida respuesta del sobrino de Ordine, ante un público bien nutrido de jóvenes.
La filóloga y escritora Irene Vallejo y el físico e investigador Pedro Miguel Echenique (Premio "Príncipe" de Investigación Científica y Técnica en 1998) guiaron a los asistentes en un viaje de reconciliación entre la Ciencia y las Letras que tuvo como piedra angular el pensamiento de Ordine. "Nuccio lo ha significado todo para mí, no hubiera escrito mis libros sin el ímpetu de sus palabras. Su pensamiento y compromiso fueron esenciales en un momento en el que me sentía insegura", manifestó Vallejo. La filóloga destacó que uno de los principales mensajes del profesor fue reivindicar la unión profunda entre todos los saberes y denunciar las "oposiciones artificiales" entre Letras y Ciencia. Enlazando con la última, Echenique opinó que esta es "una obra colectiva" y se deshizo en elogios para Ordine: "Era inteligente, leal y responsable. Le admiro mucho y es el ideal de utilidad, haciendo más humana a la humanidad con la cultura y el conocimiento. Un diamante moral".
La curiosidad (o "curiositas", ganas de saber en latín), era esencial para el calabrés. "Si hay pasión y crees en lo que dices, los alumnos lo perciben. Si consigues cambiarle la vida a uno solo ya es un éxito", se oyó decir al propio Ordine en un vídeo de archivo. Vallejo es un testimonio vivo de como los "profes" dan alas. Sufrió acoso escolar, que superó gracias a tres docentes que la animaron a no abandonar su "curiositas" por evitar destacar. El afecto por la materia sólo se transmite con el ejemplo personal, según Echenique, para el que "se sabe mucho y se entiende poco".
Los alumnos asturianos pusieron su granito de arena con una emotiva carta dedicada a un profesor de Historia, elegida entre más de mil misivas de todos los lugares del Principado. "Nunca nos impediste expresarnos libremente. Agradecemos el entusiasmo, la cercanía y el humor que nos transmitías", rezó el texto de Lucía, una alumna del IES Carmen y Severo Ochoa de Luarca. La descripción encajó como un guante con Ordine. Un precioso poema que leyó Aurelio González Ovies dirigido a quienes le enseñaron a lo largo de su vida cerró el acto. "Eternamente, gracias", fue el último verso del poeta. Agradecido a ellos y a Ordine.
Fuente: La Nueva España, 19-10-2023.
Imágenes: FPA, Victoria Sánchez
Hermosas palabras, tuve el placer de escucharlo en directo, toda una experiencia la cual jamás olvidaré.
Precioso poema y conmovedor homenaje, Aurelio.
Un cariñoso saludo desde Murcia
Charo Guarino