Razas y sentimientos
Hablo en blanco y parezco el silencio. Sin mí se quedarían huérfanos la leche y el arroz, poco favorecido el oso panda, Blancanieves sin nombre, las peladillas desnudas, más tristes muchos cuadros, los pingüinos monótonos y la luz no podría ser tan clara.
Formo parte del pan y de los ojos, de la espuma del mar y de la niebla, del algodón, del queso, de la música y del merengue con que se adornan las tartas.
Puede ser blanco un hámster, puede ser blanco un grito, puede ser blanca una paloma, puede ir de blanco el cielo, el pensamiento, el sonido de la hache y una novia y las heladas, hoy por hoy, todavía son blancas. Me llevo bien con todos los tendales con la ropa interior, con la elegancia, con la cal de las tizas, con el humo; y no distingo si dulce o si salado: para el azúcar soy imprescindible, la sal sin mí lo tiene claro.
Blancos, qué blancos son los cementerios, la boca de los payasos, la textura de la nata, los platos de los domingos, los visillos de mi abuela, los interiores del cero y los veleros que cruzan al fondo del verano. Blanco. Esparzo blanco para todas las conciencias, blanco para aclarar todos los sustos, blanco para las sábanas de los fantasmas, blanco para la negrura del hambre, blanco para los muros de los brazos, blanco para las torres y las cigüeñas.
Tomad blanco. Mirad blanco. Blanco puro recién ordeñado de la pureza.
Negro, soy, según dicen, el tono más oscuro de los que existen, pero ¿por qué voy a ser siempre el del disgusto, el del luto y la tristeza, el del enfado, por qué voy a traer siempre mala suerte? Negro. Pero puedo ser dulce como las moras muy maduras, puedo ser tierno como un arándano; no siempre coloreo las malas circunstancias, ni los monstruos ni el miedo; nadie es nunca lo mismo para siempre.
Cuánto le debe el azabache al negro, cuánto le debe al negro la pizarra. ¿El carbón quemaría sin el negro? ¿Y la sombra, seguiría siendo sombra si fuera blanca? ¿Serían las noches transparentes?; ¿con qué pintaríamos las manchas de las vacas, cómo colorearíamos la maldad de las brujas, cómo dibujaríamos al que le falta un diente?
Negro, soy negro pero también resplandeciente. ¿A quién le escribiría el calamar sin tinta negra, qué sería del gris si yo me marcho?
No podrían existir los arañones, ni las razas distintas, ni los topos, ni los trajes de fiesta, ni las viejas sartenes y los lunares no se verían tanto. Negro, negro, soy de matiz muy negro pero muy optimista, que quede claro.
Fuente: La Nueva España, 22-06-2020
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