Aurelio González Ovies
Juro que no he perdido
la esperanza.
Todo es posible
hoy
desde mis ojos.
Selección de poemas
ESCENA DE CASA
Y es que aunque nada puede
detenerse,
he sido tan feliz que es suficiente. Bajo
la tarde, aquí, recuerdo
ahora
la vida transcurriendo
como fruta brillante. Las fieles golondrinas
girando hasta la cuadra y el olor
de la hierba.
-Mi madre era tan joven...-
Existió todo en mí. El cariño y la infancia
como un pan abundante,
los rayos del verano entrando
hasta la siesta. El nombre de los pájaros,
su canto. Las luciérnagas,
su silencio encendido sobre las noches
largas.
Ha sido tan verdad que ya es bastante.
Más allá, los postes de la luz,
los maizales,
y el mundo se acababa.
(El canto del mirlo)
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo.
PABLO NERUDA
Mi voz es el paisaje
que va echando de menos
las cosas que he perdido.
He nacido en un pueblo
y en el anonimato.
Mi vida se resume en aquel calendario
de números granates
donde mi madre iba
apuntando los partos de las vacas
y visitas al médico.
Fui más feliz que pobre
porque quien no conoce la abundancia
valora las minucias y los pájaros.
Desde niño la hora de las gaviotas
viene siendo mi reino
y el mar un no sé qué
-eternidad dios alma-
donde muero un momento cada día.
Así me veo ahora
cuando ya las gaviotas no conocen mi nombre
y la higuera envejece sobre la sed del pozo.
Mi casa, mis amigos, los míos, los de nadie.
¡Qué pronto somos soledad!
(La hora de las gaviotas)
INSOMNIOS
No olvido aquellos días.
No borro aquellos miedos.
Madre, ¿Cuándo sea mayor
Tú serás ya muy vieja?;
¿tendré que enfrentarme un día al mundo
solo?
Ella siempre venía a darme un beso,
Me apagaba la luz
Y me decía:
no pienses esas cosas, hijo mío,
eres muy joven, anda,
todavía.
Pero cuando el invierno arremetía
furioso
contra las ventanas
y el triste crucifijo pendía sobre mí
tenebroso y oscuro
me aparecían los muertos
que había visto metidos en cajas.
Tanteaba la pera, encendía la bombilla
y con cualquier excusa la llamaba:
mamá, no sé si tendré fiebre,
tráeme un vaso de leche,
hazme una manzanilla.
Y entonces como siempre, como
a todas horas, ella estaba
fregando
y dejaba los platos y las potas
y me poníael termómetro
y tanteaba mi frente.
Voy a quedarme aquí
para que no te muevas.
No me parecen décimas,
Tranquilízate, calma.
Y con su mano allí,
sobre mis pensamientos,
huían mis temores
y en breve me dormía.
Otras veces la guerra o el infierno
-paisajes que tanto ensombrecían
aquellos negros años-
me angustiaban el sueño a media noche
y gritaba su nombre.
Y entonces, como siempre,
como a todas horas, ella estaba sentada en la cocina,
cosiendo o repasando,
o escogiendo lentejas o picando
patatas.
Y clavaba la aguja en la pechera
y se allegaba al cuarto
y me frotaba el cuerpo
con alcohol de romero y con papel
de estraza.
Y con su tacto allí
posado en mis delirios
repetía en voz baja:
ya verás cómo pronto pasa esta noche
ya verás qué enseguida llega mañana.
(No)
Y sé también qué significa la esperanza:
todo pudiera ser, pero no es nada.
Hemos venido a construir el nido en vuestros brazos,
a pasar un invierno junto al fuego
y recitar el frío de las cigüeñas. La vida es esto,
amor mío, esta mano que tiembla cuando quita tu ropa,
esta lluvia que arrolla en tus espaldas, este molino de agua
que hace girar tus ojos.
Estaremos aquí hasta que pase la bandada
con la que hemos llegado
y entonces cerraremos las puertas de la casa,
dejaremos los muros mirando nuestro vuelo,
y nos alejaremos. Todo seguirá igual
y alguna flor por mayo crecerá con tu nombre.
La vida es poca, amor mío, (si restamos las horas
en que nos preguntamos quién somos realmente
o salimos al mundo con la máscara puesta),
y los días se acercan tan puntuales
con sus rollos de luz,
que una pausa a mediados de la noche
rompería los péndulos del cosmos
y se vería en tu carne el secreto del tiempo.
Nos iremos. Eso es todo. Y en las verjas del patio
donde hemos sido hombre, niño, mujer, adolescentes,
enramarán tu alma para impedir el paso.
(En presente)
AMOR PUEDE SER TOO
Nun fai falta ser naide
pal amor. Amor puede ser too.
Ella quería les coses a corazón
abiertu:
la figar aparrada cola solombra
enorme,
la pitina esplumada, el canariu, la gata,
la flor de los sabugos que colgaba nes vigues,
la dalia que-y ponía tolos díes a un retratu,
les sábanes de llinu cola inicial bordada.
Queríanos a nós más qu'a naide nel mundu,
y dába-y amor a lo que la rodiaba:
aquel vaso fendíu que fora de la güela,
aquel perrín rizosu cola mirada humana,
aquel porrón de barro pol que bebía'l so pá,
aquella siempreviva que taba na ventana,
aquel paxín de blimes que-y fixeron de neña,
aquel cofre que-y dieron pa cuando se casara.
Nun fai falta ser naide
pal amor y la vida.
(Poemes n'asturiano)
Mas a pesar de todo,
ha valido la pena
ser
esta
luz
tan
breve.
(Nada)
VIII
Y no sabía que aquí mirabais el mundo
con los ojos cerrados,
que amabais las cosas con tanto desenfreno,
no sabía nada de vosotros ni de este continente
al que llegamos siguiendo el curso del olvido.
Vengo del Norte,
de los acantilados de un destierro,
de los muelles que esperan la ternura,
de las mareas del último suspiro.
Ella quiere pediros una estrella fugaz para amarrarse
el pelo;
está cansada y ha venido mirando atrás
como los que no vuelven.
Mañana se verá en las aguas y quedará preñada
de las profundidades; mañana, siempre mañana
como hacen las promesas.
Vengo del Norte,
de la edad retorcida de las viñas,
de los poblados rústicos del vértigo,
del alarido febril del urogallo.
Desde ahora poseeréis el delirio de arcilla
que retumba en el vientre de la cerámica,
poseeréis la fuga de las olas, el verbo de la espuma.
Desde ahora beberéis el jugo del pomelo
y plegaréis la simetría del alma en los moluscos
y llevaréis sombreros como los que vendimian
las llanuras del alma.
Yo no sabía que aquí entendíais la prisa de los ríos
y cruzabais la historia en balsas de corteza.
No sabía nada ni de vuestros frutales afrodisíacos
ni de vuestras mujeres migratorias.
Vengo del Norte,
de donde lloran las abuelas cuando suenan las gaitas,
de las escapatorias de los topos,
de las minas saladas de las lágrimas,
de la beatitud que fermenta en los hórreos.
Soy prisionero del salitre. ¿Por qué no preguntáis
cuántos naufragios tengo?
Puedo responderos con una nube.
Ella viene conmigo y en los días bisiestos
la amaré con dos bocas.
Ella es la amada que vieron los pescadores en las afueras
de la niebla.
Ella es la heredera de los faros,
la última gitana de la estirpe del llanto..
(Vengo del norte)
¿QUÉ SERÍA del dolor
si un hombre no llorase.
Existiría el adiós
y sus coches en marcha.
Tendría noches la luna
tan llenamente hermosas.
Tendría estrellas la noche,
a veces, tan humanas.
Elevarían los fados
sus grúas melancólicas.
Sonrojarían las rosas
su estar presente
apenas.
Mecerían los trigales los molinos
de viento
que Colinas realza.
Qué cantidad de negación
para omitir la ausencia.
Podría haberse ausentado
Jacques Brel con su guitarra;
y yo esculpir en mí: sin ti no importa nada?
(Tocata y Fuga)
CINCO
Mis manos son dos formas de entender tu palabra. Y ocultan infinitos volúmenes y espacios. Mis manos, tú lo sabes, han posado en tu boca más de una vez la altura de jóvenes estrellas. Con mis manos alcanzo, presiento, aparto y busco. Mis manos son el tacto, la fuerza, la distancia. Son la separación y el único instrumento para decir adiós desde mí mismo.
(Con los cinco sentidos)
MORIR SIN MEDIDA
A Chusa, por su esperanza
De qué nos sirve entonces
la memoria
si no tenemos fe ni percibimos
que hay algo por encima
de nosotros
que nos lleva a soñar
lo inalcanzable.
Otra edad llegará
que nos despierte
y nos haga llorar
sobre el vacío,
nos asome a su invierno
y a sus noches
de estrellas más lejanas
que el recuerdo.
De qué me vale entonces
esta voz
que nombra a veces
cosas tan queridas
y ahoga a veces
tragos tan amargos.
De qué tanta pasión
por habitar mi ser,
encontrar el silencio,
compartir ese eterno
momento en que la mar
parece que nos habla
.De qué sino para esperar
que en todo hay esperanza.
(Nadie responde)
Y entonces se limpiaba las lágrimas
con los puños de su camisa.
Hablaba de los barcos,
de baúles cargados, de las tormentas
de su casa de América con palmeras
y aljibes y potos gigantísimos.
Recordaba a las indias con su piel de coral
y se callaba -quizás un nombre propio, muy moreno-
y se quedaba absorto, observando las nubes,
y lloraba en silencio
porque el recuerdo estaba vivo,
en el hombre sin nada, sin nadie,
sin sí mismo.
Nos admiraba su sabiduría en las tardes vacías
del domingo,
nos intrigaban su voz, sus lentes, sus manos como
nudos,
su tanta vejez achiquillada.
Siempre hay en nuestro origen algún sabio
que muere por no decepcionarnos.
(A José, in memoriam)
(La muerte tiene llave)
No sé si habrá distancia más lejos
que hasta mí. Mientras cae el otoño,
el mismo siempre, sobre esta extensa
tierra que tengo ante los ojos. Mientras
cruzan los buitres el cielo que diviso,
mientras las nubes bajas amenazan
con lluvia, mientras miro y contemplo
mis manos ya manchadas, mientras
hago memoria y recuento mi vida.
¡Qué cerca estoy de nada, qué lejos
de mí mismo!
(No)
Arranca esa tristeza que te asoma en los ojos,
seguro que hay alguien en la tierra que quiera conocerte,
y en ese libro azul, después de todo,
guardas violetas del otoño pasado. Cuántos quisieran ...
Yo sé que de tus labios saltan palabras a veces
tan primitivas como el agua,
yo sé que habitan dioses en algún reino de tu cuerpo.
Alguien habrá en el mundo que quiera descubrirte
y encallará en tus posesiones sus cinco carabelas.
(Las horas en vano)
Para escribirte a ti
no necesito guerras,
ni ausencias, ni recuerdos.
Solamente creer que
es mentira el pasado,
mentira
como los reyes magos, como la vida eterna.
Quédate aquí una vida,
conviértete en estatua
de mi cuarto
y te daré mis versos
y te pondré en las manos pétalos de poemas.
Para escribirte a ti
no pido más que un libro
con tu presencia para hacer mi palabra.
Hace ya mucha historia
no creo sino en ti.
(Versos para Ana sin número)
Qué vergüenza decir que nuestros padres
trabajaban el campo,
cuando nos preguntaban de quién éramos hijos
y qué curso estudiábamos.
El pueblo se llenaba de vacíos veraneantes
con dinero
que nos daban galletas de marcas extranjeras
por jugar con sus niños, pálidos y amedrentados,
y enseñarles un árbol o una hormiga.
'Somos hijos, señora...
(Somos de esa mujer que canta,
del hombre que la sigue tirando de una mula,
ya ve cómo nos sabe el corazón a monte y tierra...)'.
(La edad del saúco)
Sólo tú sabes
lo que no escribo
cuando me encuentro solo
y te miro
y tu pelo se desborda como una cifra
de nieve.
Nadie descubrirá ese poema
entre los libros
que hablan nada más que de ti
en un idioma en blanco.
(En presente (y Poemas del Álbum amarillo))
HOMENAXE
Nun volveré nacer. Naide
lo fizo. Pero por si los muertos
anden ente nosotros
coles señes cambiaes y unos vistíos
nuevos y el so corazón propiu,
PIDO
ser esti mesmu yo nel que viví,
con toles míos maníes,
con tolos míos defeutos.
Díxilo munches veces
y otra vez lo repito:
quiero nacer ellí,
onde ronca'l Cantábricu
contra'l cuerpo oxidáu
del mio Llumeres, un puerto, mui
al norte, con galipote y mofu
y botes y lancheros.
Escuchar los glayíos
d'unes muyeres buenes llamando
-dende la nueche alta-
a los sos homes,
porque ta la mar mala
y mal iviernu.
Que la mio imaxe primera seya la to caruca,
madre mía, y lo smios deos te toquen,
dende yá mui de neñu,
como'l que posa un poco de brisa
nuna flor,
como'l que tien mieu mancar la piel
d'algo tan tierno.
Ellí mesmo, nunca casina baxa con balcones
azules
a la vera'l camín ente'l
faru
y el cielu. Al norte, muncho
al norte,
-casi en plenu abandonu-
onde toles mañanes sonaba la sirena
porque morría un mineru.
Que los mios hermaninos quieran
ser pa siempre los míos;
y un domingu mio pá
nos amarre un columbiu nes
cañes más gordes del peréu.
Que tean nel so sitiu les coses que me falten
y que fueron
los güeyos qu'aprendí,
qu'un día nun abrieron
les sos contraventanes,
nin podaron los árboles,
nin tendieron la ropa
nin salieron xamás al panaderu.
Ellí, tien que me ser ellí, xusto
onde sentí tantu fríu per fuera, tantes
ganes de tanto,
como cariñu dientro. Al norte, muncho
al norte, entre maízos fondos
y horros altaneros, bazo los qu'entovía
dalgunos díes, mui ceo,
oigo cómo clabuña'l filu a les gadañes
el martiellu del tiempu.
Por eso, cuando me toque dir,
pa que nun se nos faiga abegosu'l realcuentru,
que me metan puñaos de salmoria na voz
y, nos remos del alma,
que m'añuden to nome, madre mía,
en llugar de cruciame les manes
sobre´l pechu.
(34 Poemes (a imaxe del silenciu))
EL ESPESOR DEL AIRE AL DESHACERSE
Como cuando Eneas, al llegar a Cartago, lloraba frente a un fresco.
A veces de una música descienden nombres hermosísimos, abrazos
que nos aman todavía, labios dorados, voces reconocibles, sabores impronunciables.
A veces una palabra huele a corazón como, cuando hace ya muchos años
entrábamos en casa, de la mano.
Son el amor y la memoria quienes hablan.
(Una realidad aparte)
Pal Lulillo, siempre.
Tarde d'agostu.
Del cinamomu baxa
dulzor de vida.
Ropa tendío.
Quién fuera asina blancu
col nordés dientro.
Campanes y ecu.
Atardezme la vida
sobre la muerte.
Vuelen los gansos.
Les sos ales sol agua
llueven belleza.
Malva montesa.
Caltiéneste tan blanda.
Yo yá vencíu.
Ríu que baxes,
faime corriente tuya.
Arrastro nada.
Sele esperanza:
la espinera revienta
cuando quier ella.
Xestu del lliriu.
Si l'home, per un día,
fuere tan íntegru...
Les andolines.
Oxalá siempre vuelvan
per marzu a Bécquer.
Vuelen y vuelvan,
anque seyan yá otres
y tea yo ausente.
(El canto'l tordu)
AMPLITUD INFINITA
Algo tenemos de dioses e infinitos. Pero somos mortales. Algo llevamos como de flor y pájaro, como de trigo y tormenta. Algo nos pertenece en la amplitud de la palabra. Algo somos de las bahías y los árboles y de la blanca nieve. Algo somos del humo y de las fíbulas y de las definiciones.
Algo. Somos algo.
La tarde y la mañana. La tarde y la mañana. El cielo azul, la brisa, el aire. La estampa, los tejados, el llanto, la ventana. Somos la risa, el muro, la cantiga, el paisaje. Algo como el camino y los emprendedores.
Como el día y la noche. Como el día y la noche. Y el día y la noche.
(Las señas del perseguidor)
TODO INCIERTO
No siento lo que soy.
¿Soy lo que siento, acaso?
Esta luz tan exacta, tan
de octubre, tan perfecta
y azul desparramada,
este día tan amplio, tan
puntual, tan preciso
y brillante, tan esquivo,
esta mar tan indómita, tan
sola, tan poderosamente
fin siempre principio,
tan sólida metáfora
de agua
¿qué pensarán de mí,
de este cuerpo baldío?
(No)